25 de noviembre de 2016

¿Qué acción Política? Crítica al sistema de partidos

La política no está ni en la calle, ni en facebook ni en el parlamento. Está en todas partes y en ningún sitio. Va con cada cuál allá dónde va. Allá dónde vive, allá dónde piensa, habla, interviene, toma partido, mete la cuestión, escribe, se manifiesta, actúa, y muchas otras posibles manifestaciones de ella. No está circunscrita a un ámbito concreto, a una reunión concreta, a una gente concreta. Se puede hacer en todas partes y en ninguna. Lo que sí está circunscrito y regulado es unos procedimientos de actuación, de legitimidad, de poder legal. Eso está recogido en un sistema, unas estructuras etc. Esas estructuras estaban impugnadas, no sólo por sus efectos perniciosos, sino porque no evitan que se puedan producir de nuevo. Porque obliga y subordina a la sociedad en un papel secundario y de excesiva exigencia, que nos atrapa encima en un escenario que nos juega en contra. En un papel en el que se nos niega la participación real, y se nos relega a una acción de mera elección de aquel grupo que menos nos disguste. Y te permite una pataleta, y ya. Y manifiéstate y déjate el tiempo que no tienes mecanismos directos de intervención a menos que te dediques a ello profesionalmente. Entonces esto es una trampa, por un lado nuestras decisiones son ínfimas teniendo que elegir además un pack completo, por otro lado no hay mecanismos de permeabilidad efectivos que no requieran de una gran dedicación de tiempo, y por otro o consigues dedicarte a ello profesionalmente, o jódete que tu nivel de participación se va a quedar ahí. Cuando se empezó a reivindicar la participación política directa no se hablaba de participar en un sentido deportivo de juego en el que todo hacemos algo, se trataba de recuperar/conquistar, el poder de decisión. El poder deliberativo, propositivo, la voz, etc. Todo. Y eso implica cambios a nivel económico pero por supuesto también a un nivel de política formal, que hoy en día no se tiene. 


No, no se trata de jugarlo todo a que gane mi opción política aceptando el marco vigente de reglas del juego. La transversalidad partía también de esta recuperación de la radicalidad democrática, porque no se trataba de (cómo nunca ha dejado de estar ) la convicción de mi proyecto, es decir, la tensión ideológica de que ganen mis propuestas, sino de que en cierto modo no ganan porque la arquitectura está en contra de ese proyecto. Y además , la impugnación era compartida por diferentes ideologías en tanto que la ficción de democracia quedaba en entredicho. 

La democracia no es que haya siete partidos en vez de dos para elegir. Eso siempre lo ha habido aunque no fueran relevantes. Lo transformador pasaba y pasa por superar el modelo de partidos, y transicionar a un modelo de democracia más directo. En el que el conflicto no va a dejar de existir en términos de contenido nunca. Y en el que también optar por esta batalla es un contenido político hoy. Es decir, pasa por dejar de necesitar un partido para hacer política. Pasa por no tener que volverse "partidista". 

Porque a ver, luchar cada cuestión por separado a veces nos supone aliados y adversarios dentro de mismas formaciones lo cuál es una gran anomalía del sistema. Que por cierto se está trasladando lamentablemente en vez de prefigurar un modo nuevo, al movimiento político que lo impugnaba. Los procesos electorales internos dan la misma pena que el sistema electoral español o peor, y producen efectos muy similares que no son beneficiosos para un cambio de cultura democrática. Y que actúan de interferencia. Para ser un partido de toda la sociedad o al menos de esa mayoría social a la que se apela, no basta con ser un partido político con ideas y convicciones, tiene que haber algo que realmente suponga un cambio de paradigma en términos efectivos para cada persona en su capacidad política para que realmente les interese tu cambio. Sino, lo que hacemos es representar dentro del mismo sistema un ala ideológico entre otros y ya.