15 de junio de 2018

Otra forma de hacer política.

  La impugnación : Este sistema no es democracia 


          Una de las reivindicaciones más importantes del 15M fue la de impugnar el modo de hacer 
política, pero ¿Cuál es esa otra forma de hacer política? ¿Qué estaba fallando? ¿Hacia qué modelo 
queríamos ir? Todo el mundo llegaba a la conclusión de que este sistema no era democrático. Algunos insistían más en la pérdida de soberanía de la propia esfera política del gobierno y el parlamento, incidiendo en que a través del chantaje de la deuda se estaban imponiendo los planes de gobierno, con una agenda neoliberal de recortes de servicios públicos, abaratamiento del despido, precarización de las condiciones laborales, y/o privatización de servicios públicos como nicho de negocio próspero que además tenía redes clientelares de la clase más poderosa. 


     Todo esto en un progresivo adelgazamiento del sistema de bienestar que fue una conquista precaria en el enfrentamiento entre socialismo y capitalismo mundial. Una especie de punto intermedio en el que el capitalismo ganaba la batalla haciendo importantes concesiones que pertenecerían más a una lógica socialista (Sanidad pública, pensiones, educación pública, derechos laborales impuestos progresivos, etc). Otra de las cuestiones, también relacionada con la deuda, el mercado y la economía financiera, era el euro, y el eurosistema monetario. Con la entrada al euro, en un contexto de industrialización desigual, se han producido desequilibrios entre países, que además han perdido soberanía monetaria. De modo, que ya no es desde el propio Estado desde el que se pueden hacer las políticas de intervención económica que se consideren oportunas, como por ejemplo devaluar la moneda inyectando dinero público, pero además, este dinero público podría ser una inversión en funcionarios, o en proyectos generadores de riquezas. La cuestión es que también las propias instituciones se endeudan, con los bancos y entran en la lógica mercantil del sistema de deudas impagables, y ya no tienen un control tan directo en la política monetaria del país. 



      Otro de los asuntos económicos que amenazan la soberanía de los gobiernos, son los nuevos tratados de libre comercio, que pretenden aún más extender la lógica de los beneficios capitalistas y elevarlo a categorías de derechos, impidiendo así legislaciones intervencionistas en favor de la ciudadanía que equilibren desigualdades de poder, o protectoras de derechos sociales, ambientales, o salud. No es que se prohibieran este tipo de legislaciones, sino que a través de la posibilidad de denunciara los estados como responsables de pérdidas económicas de empresas por motivo de alguna legislación, podría condicionarse políticas de este tipo. Hasta aquí más o menos, y muy reducidamente sería aquello de "No hay democracia si gobiernan los mercados". Es decir, si los gobiernos ni siquiera van a ser del todo quiénes puedan tomar decisiones políticas democráticas, sino que son las lógicas del lucro capitalista las que marcan las agendas políticas de los países ¿Qué democracia es esa? 


      La otra parte más impugnada, tenía que ver con la relación entre los gobernantes y los gobernados. La representación política. El sistema legal que reparte esos poderes, la forma legal en que se traslada la delegación de poder de la ciudadanía al parlamento y el gobierno. La parte que cuestionaba la arquitectura político legal de distribución formal del poder desde la legitimidad del pueblo. Y aquí tendríamos las famosas consignas de "Lo llaman democracia y no lo es" o "Que no, que no, que no nos representan". Aunque esta última, puede ser también interpretada en términos de que las políticas neoliberales que se estaban desarrollando no nos estaban representando con sus contenidos acerca de los que la ciudadanía Española quiere para su país, para ellas mismas. Las dos cuestiones, están relacionadas.

Las preguntas sobre democracia y organización 



       En el post15M se empiezan a tener debates antiguos, pero que se revitalizan y son primera edición para los actores que en ellos participan en España, sobre el modelo concreto de marco legal existente en España. Todo ello tirando del hilo de la falta de democracia. Lo más primitivo, sería "El sistema electoral". En primer lugar se aborda la proporcionalidad, pero no se queda ahí el debate, también se aborda la utilidad del voto, los significados del voto en blanco, la abstención, las estrategias de lucha.. después se aborda pensando fuera de la caja en la posibilidad de otros sistemas alternativos: ¿Por qué los partidos tienen que funcionar como funcionan? ¿Por qué tienen que decidir ellos candidatos, programa cerrado? ¿Por qué la ciudadanía no puede votar directamente leyes importantes si hoy tenemos posibilidades de hacerlo en directo? ¿Cómo podríamos crear sistemas de revocación del poder desde la ciudadanía directamente? ¿Cómo podríamos trasladar iniciativas de obligado referéndum también directamente? ¿Es la política una profesión? ¿Debe serlo? ¿Se debería tecnocratizar algo? ¿cómo se cambia el sistema político si los políticos que hay y sus partidos principales (PP/PSOE) no tienen interés en que cambie puesto que les beneficia que el sistema se mantenga como está? ¿Cómo cambiamos el sistema político si buena parte de ese sistema está blindado en la parte orgánica de nuestra constitución y se requiere mayoría absoluta para iniciar cualquier reforma en ambas cámaras? De ahí viene eso del "Candado del 78". 

Post15m Ensayo-error: En busca de la organización democrática y de la candidatura unitaria

     
     Durante esa época, no sólo se está cuestionando todo esto, debatiendo y pensando, aprendiendo, buscando información y constrastando por diferentes actores de la sociedad civil, sino que también se está ensayando, buscando las maneras alternativas desde lo cercano, procurando no repetir los errores que el sistema hace florecer. Exactamente igual que el experimento de Zimbardo, pero sin ser experimento controlado, se empiezan a ensayar haciendo intentos de organización que tenga como objetivo una doble vertiente : Funcionar democráticamente, y acudir a las instituciones para transformarlas. Después de esta contextualización hiperresumida, del escenario en que estos debates político-sociales se van gestando, llegamos a la cuestión que quisiera explicar, humildemente y evidentemente desde mi perspectiva. La cuestión es, que durante ese tiempo, se había producido una especie de lo que se llamó "despertar". Aunque  la lucha no empieza aquí, ni el despertar tampoco. Al menos en mi experiencia, en la universidad ya se habían gestado antes pequeños debates sobre las mismas cuestiones incipientes, quizás  más enfocados a la cuestión de los partidos y la participación dentro de ellos, o fuera de ellos. Pero flotaba sobre el ambiente una desafección previa del propio sistema de partidos, del modo de hacer política. Ese encapsulamiento de lo político, por dinámicas propias de partido, e intereses de partido que son en muchos casos ajenos a los ideales que se pretenden y por los que cualquiera se implica en política. Bueno, cualquiera que tenga ideales, objetivos políticos. Hay como una serie de debates, uno de ellos que recorre todo el ciclo hasta nuestros días es "La unión" ¿Qué unión? 1. La unión de la izquierda. 2. La unión de la sociedad civil que sufre las políticas neoliberales, los desempoderados. Estas dos cuestiones se relacionan entre sí, pero no son la misma cuestión. La primera hace alusión a todas esas divisiones dentro del espectro ideológico más sensible socialmente, humanistas, ecologistas, socialistas, feministas, pero también cristianos, ongs que les preocupa la desigualdad, la pobreza, los problemas sociales, la democracia. La otra unión, es también una unión entendida de forma transversal, pero con un eje más materialista (de materialismo la corriente filosófica no la acepción que alude al consumismo) respecto a su propio poder: Los de abajo. Pero ¿quiénes son los de abajo? Los de abajo es algo así como un sustituto del proletariado, pero algo más amplio e interseccional, que abarca mucho más, y que deja fuera mucho menos 99% frente al 1%. Es decir Poderosos vs "perdedores""sometidos" o como queramos llamarlo. En aras de unir a una mayoría social que es más víctima que verduga de las consecuencias del sistema y de la crisis, de la falta de democracia etc. Desde luego en ese 99 hay diferencias, tanto ideológicas, como de posición social, económica, cultural.. Por supuesto. La unión de la izquierda parte de varias hipótesis, una de ellas es que somos más los que realmente coincidimos en políticas más sociales y progresistas, los que no estamos de acuerdo con el funcionamiento troncal de la sociedad, pero que el sistema genera una división del voto de izquierda llevando a la inutilidad del voto a muchos, entre ellos los que votan en blanco, partidos pequeños o se abstienen de forma consciente. Es decir, que no se produce un traslado real de los triunfos ideológicos que existen en la sociedad del ámbito progresista. Es más, algunos incluso votan partidos de otras ideologías pensando contrariamente en otras cuestiones. La principal hipótesis, por tanto es que hay logros de la pedagogía política que no se traducen electoralmente. 


       Pero una segunda es la cuestión del voto diluido que ya se ha dicho antes. Y la otra, es que no solo es que el voto se diluya en partidos de izquierda, sino que independientemente del partido que esté, la sociedad va por delante en ética, pero quizás no siempre el mismo conjunto de población. Por ejemplo, A puede estar muy concienciada en feminismo, pero luego en temas de economía no tiene ese nivel de conciencia, y al revés B es muy socialista pero en temas de feminismo como que no ve determinadas cosas. Supongamos, y esta sería la hipótesis, que tanto A como B, forman una mayoría en sus puntos fuertes, pero son una mayoría distinta. Pueden votar cosas diferentes, y puede que las posiciones mayoritarias no lleguen a ser ley por la vía del sistema electoral. Pero esta misma hipótesis también es válidas para el eje abajo-arriba, quitando la cuestión de los partidos pequeños y su unión. Volveré sobre ello. Esta hipótesis quizás sea demasiado optimista, pero si nos vamos al ámbito científico si se puede observar cierta hegemonía de análisis que no necesariamente se ven reflejados en las estructuras institucionales de poder. Independientemente de que esto sea o no cierto, es el punto que sirve de partida para cuestionar la eficacia del sistema de traducción entre gobernados y gobernantes. Digamos que este punto de partida cobra relevancia en ese despertar. Porque rompe o cuestiona aquellas teorías que dan por perdida a la sociedad, y comienza a plantearse las troquelaciones que produce el sistema concreto en el que actuamos tan primitivo y precario como el electoral. Que además de sus múltiples fallos, lo que ese elige ya está dentro de una configuración de un Estado, de un contexto capitalista, de unas relaciones internacionales de poder, etc. De un funcionamiento del derecho, de un funcionamiento cultural más amplio que es político y que permanece estable a los cambios de gobierno. Del análisis de lo electoral se pasa a la constitución fácilmente, pero lejos de lo que consideran actualmente algunos políticos que usan palabras como "Constitucionalistas" para dejar fuera a quiénes quieren cambiar la constitución, la impugnación democrática de la constitución se produce desde un profundo constitucionalismo democrático, que se plantea el logro de un proceso constituyente, incluyendo en ese proceso análisis de democracia desde todos los ejes analizados, y que por tanto aspira a que el proceso mismo, no se haga en los mismos términos en que se hacen las elecciones gubernamentales, sino con una participación más directa de la ciudadanía. 

 La cuestión organizativa, los conflictos de poder y la democracia como nexo.



      La cuestión de la organización democrática cobra especial sentido desde esta perspectiva que impugna los procedimientos formales, los partidos, la constitución en su relación con la distribución del poder formal. ¿Cómo organizar un proceso constituyente democrático en sus medios y fines? ¿De qué manera? ¿Intentamos ir a las instituciones? Y aquí viene la otra parte del recorrido, que digo que se ha llevado durante estos años y se ha ensayado con múltiples iniciativas. En esos ensayos había peleas de poder, hubo conflictos, reencuentros, gente que se iba conociendo, que debatía, aprendía y se conectaba con un objetivo de lucha: La democracia. Pero aún no se tenía más poder que el de lo simbólico. Las luchas se producían por los medios de difusión que de alguna manera eran catalizadores de la lucha colectiva. Y centraban atención. Claro, tener los medios implicaba poder, puesto que si las distintas visiones no se visibilizan, ganan terreno las visiones de quién accede a la atención de su público. De ahí que el movimiento empieza a dar importancia a las formas de trasladar el mensaje, va llegando a aproximarse al ámbito de la estrategia comunicativa. Algo que el capital ha descubierto hace mucho tiempo, y que las empresas utilizan en buena medida con la publicidad. Pero que los grandes partidos políticos también conocen y utilizan. El caso, es que esas peleas de poder empiezan a llevar a otras reflexiones, esas reflexiones también tienen que ver con la democracia. Empieza a aparecer el conflicto, de la gestión colectiva de las decisiones. Si queremos evitar luchas de poder, gestionemos de forma ética las decisiones, seamos democráticos para superar las diferencias, sería más o menos la conclusión. Pero entonces, nos introducimos en todo un mundo de significados de lo que significa eso de "democracia" y sus diferentes formas de interpretarlo. ¿Qué es la democracia? ¿Cómo gestionamos un grupo para que sea democrático? ¿Qué efectos tenemos que evitar? ¿ Cómo debe ser un debate? ¿Qué ocurre con la voz en una asamblea? ¿Cómo encontramos métodos de decidir que sean operativos al mismo tiempo que éticos y democráticos? ¿Qué horarios de reunión? ¿Cómo se organiza el trabajo? ¿cómo organizamos las asambleas? ¿Se utilizan herramientas electrónicas? ¿Qué hay del programa? ¿Cómo se eligen candidatos? ¿Probamos con sorteo? ¿Probamos con rotación de responsabilidades? ¿Qué partes debemos tecnificar para lograr una metodología lo más democrática posible sin caer en el liberalismo total de decisiones sin debate ni reflexión previa? ¿Cómo interviene la disponibilidad de tiempo de cada uno? ¿Cómo regulamos la cuestión económica de las dedicaciones completas? ¿Cómo lograr que los candidatos una vez en la esfera política no se alejen del control del movimiento? ¿Cómo conseguimos organizar los debates de ideas dejando las decisiones con todas las opciones posibles a la militancia? Todas estas cuestiones y muchas que me estoy dejando se fraguan en la reflexión colectiva, y sobre todo se tienen desde la conciencia de cómo la horizontalidad que caracterizaba al encuentro inicial de la gente que seguía moviéndose en este sentido, iba a modificarse una vez se entrase en una estrategia electoral. Ya lo vimos con otros intentos fallidos previos. Se reproducían los mismos debates en todas las iniciativas. Y se discutía sobre ellas. Pero había que unir también de alguna manera ese bloque de cambio, que se percibía que tenía posibilidades de más. 

Evolución Podemos y el reto organizativo


    En esto, empieza a aparecer Pablo, y anuncian Podemos como idea en un teatro en el que nos piden avales. Curiosamente lo de los avales, a mí me recuerda a que el grupo de ATD, habíamos organizado un macroreferéndum y en las asambleas de alternativas desde abajo organizada por anticapitalistas, se reivindicó la respuesta social a esa consulta. Independientemente, Podemos se enmarcó en ese contexto, un contexto que no era un desierto ni mucho menos. Aunque todavía no había dado sus frutos. Al fin los dio con Podemos. Se crearon sinergias, y se acudió a la llamada. Esa llamada fue entendida como inserta en ese contexto. Por lo que se exigía de los promotores estar en esas coordenadas de participación. Los procedimientos dejaron mucho que desear, pero apuntaban una sintonía con la demanda participativa, que sin embargo poco a poco fue cambiando de tercio. Los profesionales de la ciencia política empezaron a cambiar el juego. Si antes el juego iba de cooperar, el juego empezó a tener jugadores que iban a ganar, concretamente a ganarte la partida política, a reconfigurar el tablero para manejarlo. Pero por aquel entonces, todavía existía un fuerte movimiento democratista entre quiénes habían participado en que esos 5 elegidos llegasen al parlamento europeo, y la ilusión del logro conseguido. Además había confianza en el equipo, y se era consciente de lo complicado que es organizarse. De hecho aquel primer proceso, aunque su puesta en escena fue muy chunga, el recorrido fue histórico. El foco estaba puesto, las ideas en ebullición, los debates florecían. Lo recuerdo como si fuera ayer. Todavía, y a pesar de que había claras muestras de control, se podía creer en que esta organización iba a tomar el camino marcado por el movimiento. En aquella asamblea se presentaron muchísimos documentos, elaborados, y con grandes ideas sobre cómo organizarse. Sin embargo no se absorvieron ni gestionaron con el adecuado proceso. Se apostó por el liderazgo, el ganar, la competición. No el ganar en ideas solo, algunos ingenuamente (Yo incluida) pensamos entonces que había una intención verdadera de hacer las cosas bien, pero que realmente se consideraba mejor apostar por un modelo para ese momento inicial. Pero que llegaría el día en que eso cambiaría, también que ese control podía ser una forma de hacer más fácil el proceso de organizar centrando la atención en un punto. Pero no era así. En esa batalla se jugaban muchas más cosas. Y la mayoría de nosotras seguía en una onda horizontal, compañera que no deseaba ver a aquel grupo como traidores de nuestra confianza. Pero poco a poco aquello que empezó siendo de nadie, colectivo y entre todas, se configuró en propiedad privada, marca, competición, poder. Un "Lugar" "espacio" "Relación" que dejó de ser la que era. La aparición pública, los medios, la fama, los cargos, eran esta vez, el modo de agrupar el proyecto colectivo, la marca, a un grupo de personas concreto, ¿ Os acordáis de las páginas de facebook y sus disputas previas? Pues algo parecido. Hasta el punto de que muchos militantes, en sus luchas con el grupo dirigente su reivindicación principal consistía en "YO TAMBIÉN SOY PODEMOS". Y efectivamente lo eran, pero no les iban a dejar serlo. "Divide y vencerás" Se privilegia a una gente sobre otra, lo cuál rompe las afinidades en los territorios para pasar a ser hostiles. Y quiénes quedan en medio, o no se enteran de nada, o peor aún ven como se va desmoronando el sentimiento de afinidad y la unión necesaria para el combate que se necesita. Pero no, las energías ya no están dirigidas exclusivamente hacia el sistema y la lucha que nos une. No puede estarlo. Cuando el poder jugar esa partida, se ve condicionada a ganar la partida interna, es decir, a la competencia brutal con el amigo hasta convertirle en enemigo en muchos casos. Hoy podemos ver todos esos discursos que están basados en considerar a unos como los únicos posibles luchadores, como los únicos posibles efectivos, como si la lucha por la democracia se fundiera con alguna persona. No sólo es completamente falso y erróneo sino que además es poco ético plantear esos dilemas. Pero lo peor es que esa lógica de ganar, lo impregna todo. Exactamente igual que ocurre por cierto con el capitalismo y el tiempo, la rentabilidad, la ganancia. Pues en lo político empieza a imperar esa lógica, en la que cooperar no sale rentable, es mejor competir. Ya no solo porque tú ganes o vayas en esa lógica, sino que encima no queda otra. Hay un refrán que dice "No hay pelea si uno no quiere" pero yo siempre he pensado, no habrá pelea, pero hay sumisión, o paliza, o maltrato. Es decir, para que haya equilibrio, debe haber predisposición por todas las partes, si no, se convierte en un absurdo juego psicopático de poder en el que además se deja de GANAR A LO GRANDE, y se obsesiona todo con ganar perdiendo. En estas dinámicas por supuesto, no todo el mundo tiene los ojos igual de abiertos, tampoco todo el mundo tiene la atención tan puesta y los niveles de participación, integración, son diferentes. No está igual de excluido el que tiene un cargo sin sueldo que el que no lo tiene, ni el que asesora, que el que solo milita, el que trabaja de forma remunerada, o el que tiene todos los poderes. Es decir hay una diversidad, que además lleva también a una diversidad de disposiciones al respecto, de lealtades, de estrategias, de compensaciones, intereses, etc. En definitiva todo esto, significa que no hemos conseguido finalmente dar una salida virtuosa a todo ese aprendizaje colectivo aún. Este artículo no pretende ser una crítica destructiva, considero que los avances por pequeños que sean se han producido, en algunos aspectos. Y que los gobiernos del cambio están demostrando cosas y mejorando la gestión, que Podemos ha atizado el tablero político y lo ha reconfigurado abriendo posibilidades, pero en cierto modo también se ha como "regresado" a una lógica que se estaba impugnando y que ha quedado finalmente absorvida por un hacer más bien tradicional aunque con nuevos discursos y nuevas caras, y medidas más progresistas, pero en las que siguen vigentes los problemas estructurales del ciclo anterior.

Copiada de Eldiario.es


No es sólo la trata


 



La trata no es el único abuso en la cuestión de la prostitución. 
La obligación no tiene que ser mediante amenazas necesariamente para considerarse un abuso. 
Por parte de la prostituta será una estrategia de supervivencia, por parte del putero es un abuso mediante su poder económico para acceder a un sexo que de otro modo no obtendría. 
Y por otro lado por mucho que haya mujeres que defiendan "su derecho a ser prostituida" la relación que existe entre cliente y prostituta no es igualitaria, y no hablamos de tiempo, o trabajo, sino efectivamente de un espacio del sujeto que tiene que ver con su propio placer también y con su relación social con los demás. 
Significa lavarle la cara al sistema capitalista hablar de que es una decisión libre, tampoco el empleado normal es libre y eso no lo cuestionamos, hay varias diferencias con otro tipo de empleos. 
Una que no sacrificas tu cuerpo en su espacio íntimo y personal de las relaciones en el que tu ser pasa a formar parte de lo mercantil. 
Otra , que el trabajo tiene sentido no sólo en términos de empleado empresario, sino que en los trabajos se produce algo, pero que esa relación mercantil es también cuestionada y se tratan de poner límites a esos poderes no al revés. 
Estar en contra de la prostitución no va de lo libre que sea su mercado, sino también de poner límites a lo que se puede fundamentalmente comprar pero bueno también vender, para que el capitalismo no se trague nuestra vida en todos sus aspectos. 
Incluidos los sociales, y ahora también los sexuales. 
Pero es que además la prostitución tiene un sesgo patriarcal, que no debería obviarse. 
En el que se refuerza un modelo de relaciones de poder menos favorable para las mujeres. 
Y además al convertir el cuerpo y el sexo en una mercancía, también el aumento de la oferta, abarata los costes con lo cual acaba en resultar además precario. 
El debate no es la libertad de alguien en vender o no sexo. 
El que vende no es el poderoso, si así fuera no vendería. 
No es el empoderado, igual que el empleado es el eslabón débil, en este caso no lo es menos. 
Es más, si el dinero hasta ahora ha podido comprar nuestro tiempo además ahora algunas personas abogan porque pueda entrar de forma legal y regulada en nuestro cuerpo directamente. 
Pues yo me niego. 
En España no es ilegal, y habría que diferenciar entre el estigma contra el que hay que luchar de la sexualidad femenina de cualquier mujer que se atreva a desafiar la norma establecida de puritana, con la mercantilización de nuestros cuerpos. 
Son dos cosas muy distintas, 
La primera aboga por la libertad de cada cuál a DISFRUTAR con quiénes libremente deseen sin verse coaccionados por teorías ajenas sobre lo que es sexualmente lícito no no realizar. 
En la segunda hablamos de convertir al ser humano en una mercancía más, en este caso sobre todo a las mujeres. 
Otra cosa, el modelo abolicionista no prohíbe la venta sino la compra, con lo que las mujeres que se venden no están siendo penalizadas ni consideradas delincuentes, sino víctimas de su propia miseria económica.