17 de noviembre de 2018

En encanto discursivo que no te deja ver el verdadero enemigo




Feminismo e izquierda defendiendo proxenetismo y prostitución  por la trampa discursiva del lobby proxeneta


     Desgraciadamente, las feministas hemos tenido que ver cómo  figuras destacadas de nuestra lucha por la liberación, nuestra lucha feminista, (Me refiero a Silvia Federici,o Ángela Davis por ejemplo.)   están posicionándose y haciendo el juego al patriarcado cuando compran su discurso del "Trabajo sexual".

     Esta disputa de los significantes, no es sino una operación llevada a cabo por los lobbies proxenetas  para sembrar un camino hacia la regulación de la prostitución como un empleo más. En este camino,ellos pasarían a ser respetables empresarios del sexo. La prostitución, nutrida además con redes de trata, es un negocio millonario. Un negocio que descansa sobre la violencia ejercida sobre los cuerpos de las mujeres que son explotadas sexualmente. Un mercado demasiado goloso para dejarlo sucumbir así como así, ante el avance feminista. Es así, como el lobby proxeneta se ha insertado dentro del movimiento feminista, aprovechando el empuje del significante "feminismo", y ha amoldado su discurso de un modo muy sofisticado hasta el punto de convencer a muchas militantes de que su horizonte de liberación, coincide con los intereses lucrativos de la "industria del sexo".

El discurso disfraz


    Es obvio, y evidente que un discurso frontal, que defendiera los intereses de lucro de los empresarios, no tendría jamás la acogida del movimiento feminista ni de la izquierda. Por eso, se está articulando el discurso con elementos y análisis propios de estos grupos sociales, de un modo que además, consigue tener defensores nuevos que hacen el trabajo de expandir y extender su discurso de un modo gratuito, pues ya sabemos que los activistas son el perfil ideal para realizar estas campañas políticas, ya que actúan por convicciones. Pero en realidad, les están dando gato por liebre. 

     Así, estamos viendo por ejemplo, asociaciones de derechos humanos que apoyan actos u acciones que en el fondo están beneficiando a criminales, y que en lugar de transgredir o atacar al patriarcado lo están apuntalando. Estas organizaciones, así como muchas feministas de corazón, son bienintencionadas, y simplemente han caído en la trampa, sin embargo hay otras que luchan activamente y de quiénes se sospecha de hacerse pasar por lo que no son: Feministas. Y hasta es dudoso que sean prostitutas y no proxenetas.  (Ammar, u Otras por ejemplo).

     Como sabéis, un discurso político es una explicación de la realidad más o menos elaborada que señala un problema, unos responsables, y una posible solución, y que a su vez es fundamentado con otros discursos previos sobre temas relacionados con el tema a tratar, ya sea la ética, la libertad, la comunidad o cualquier otro que sea transversal al problema en cuestión.Cómo decía, la operación está consistiendo (Y esto está calando en ámbitos tan serios como la universidad) en introducir un discurso que al mismo tiempo que defiende los intereses de los criminales proxenetas, y la normalización de la prostitución como cualquier otra actividad remunerada, pero sea considerado Feminista.  Sin embargo, los principios del feminismo chocan frontalmente con este fenómeno de violencia estructural patriarcal que es la prostitución.


La prostitución como consecuencia y causa de traumas

    Hace poco una compañera nos espetaba que olvidamos la cuestión de los traumas que preceden en muchos casos a la prostitución voluntaria, así que me gustaría decir algo al respecto también. Porque aunque este artículo pretendía centrarse en el discurso, y la fuerza que tiene para convencer a las personas de aquellos horizontes que ni desean ni persiguen, o cómo hasta las más reputadas e inteligentes mentes pueden caer en confusiones al respecto; conviene recordar de qué estamos hablando con esto de la prostitución.  Porque las palabras sufren transformaciones, se romantizan, y a menudo no consiguen, por sí solas, generar el imaginario y la representación de sus significados.
   
    Se sabe que un porcentaje de mujeres que son prostituidas han pasado previamente por un trauma sexual. También se sabe que hay un mecanismo  psicológico que ayuda a las personas a soportar estos abusos: La disociación. También se sabe lo que se llama la disonancia cognitiva  un malestar que provoca la incoherencia entre acto y pensamiento, que actúa como mecanismo de defensa de la identidad personal, porque sentirte víctima de ti mismo no es agradable para nadie, y de hecho no se es víctima de sí mismo, sino que es una consecuencia de un abuso el que luches contra tus propios intereses.  

      El machismo ya es un trauma en sí mismo para la mayoría de las mujeres, pues con la socialización se nos enseña a odiarnos, y a buscar esa aprobación que necesitamos y ese afecto fuera de nosotras mismas, pero también dentro. Es decir, se nos hace cómplices internalizando nuestro ser nuestro querer ser, en función de la mirada externa masculina y social.  Una identidad que se construye con un constante cuestionamiento de nuestra libertad, y autonomía. Una identidad que necesita nutrirse de la aprobación ajena y a la que se interpela con énfasis en "ser para otros". Esto ya de por sí es dañino. Pero además, cuando una mujer es abusada, y la sociedad no responde a sus necesidades, y en lugar de eso, oculta, tapa y culpabiliza a la víctima, le provoca una herida  consigo misma y la condiciona para creer que el abuso sufrido es aceptable, y que está mal en ella algo por sentirse mal con ello. La empuja a adaptarse a esa condición de abusada y a integrar en sí ese abuso para que no le provoque una disonancia cognitiva. La persona abusada puede llegar a utilizar como mecanismo de defensa un intento de apropiarse del poder del abuso, sufriéndolo de nuevo con una ilusión de control, como parece que sucede con el maltrato, y el intento desesperado de controlar al maltratador a través de su propia conducta.  Sabemos también, que la disociación es una especie de ruptura de mente y cuerpo que activamente realizan las mujeres en situación de prostitución para ser capaces de soportar esos momentos en los que su cuerpo hace algo en el que su mente no quiere ni desea estar, provocando una desconexión que supone un daño psicológico para estas personas.  Se ha comparado el síndrome de estrés post traumático de la situación de prostitución con el que sufren los soldados de guerra.
     La experiencia brutal de ser violada una y otra vez, sin deseo, no deja a las personas intactas psicológicamente. No estamos hablando de sexo, no estamos hablando de placer, estamos hablando de violencia. De desempoderamiento personal, de sufrimiento. De pérdida de autoestima, de secuelas psicológicas, de capacidad de disfrutar del sexo que se ve mermada con la desconexión del cuerpo que provoca la disociación.  Estamos hablando de que la prostitución es legalizar abusos sexuales continuados por un módico precio.  Estamos hablando de la devastación psicológica que sufren las mujeres solo para que algunos se lucren y otros pasen un buen rato sintiéndose dioses con el poder de someter a otras personas a lo que ellos deseen. Estamos hablando de una violencia brutal, de convertir el contacto que cuando es deseado es físicamente agradable en un contacto insoportable, violento, dañino, e incluso apático. En una situación que pasa a ser condicionado y asociado a violencia y trauma. Hablamos de llamar trabajo a una barbarie que anula y deshumaniza a sus víctimas dejando importantes secuelas que necesitan tratamiento y recuperación en un camino largo y doloroso. Estamos hablando de cómo se ven obligadas a convertirse en auténticas heroínas para poder superar y sobrevivir al calvario por el que las han hecho pasar. En definitiva, que dejen  ya de contarnos milongas de esa imagen idílica y romántica de recibir pasta por noches de pasión, y démonos cuenta de que detrás de este problema social lo que existe es mucho sufrimiento y mucho dolor.

1ºEstrategia del discurso prostituyente falaz: Libre elección 


     Como decía, la forma de convencer a determinados sectores de que la prostitución es un trabajo, tiene que ver con cómo han camuflado los intereses bajo el manto de discursos que romantizan esta realidad y la hacen parecer algo diferente. Se las han ingeniado para que sus discursos parezcan progresistas, revolucionarios y liberadores. ¿Cómo? Con diferentes discursos combinados. Uno de ellos sería la "Libre elección" de las mujeres, como denuncia Ana de Miguel en "El mito de la libre elección" pues así, todo el discurso sobre el significado y la explicación social de esta práctica de violencia llamada prostitución, queda reducida a "Las mujeres quieren prostituirse  y es su libertad". Pero en realidad este discurso, no se corresponde con la realidad.

    Nadie niega, que la prostitución no siempre se realiza en condiciones de trata forzada mediante violencias intimidatorias directas de amenazas a la integridad física mediante agresiones, y secuestros forzosos. Esto es una realidad por supuesto, y es una realidad muy grave, pero es cierto, que una parte no pequeña, de las mujeres prostituidas, no están en esa situación porque las obligue una mafia, sino que acceden a ello de forma voluntaria. Ahora bien , esa voluntariedad, la mayoría de las veces, no tiene que ver con sus deseos, sino con otro tipo de violencia, que es la violencia estructural de carácter económico, y cultura patriarcal.
 Esa violencia, que a menudo denunciamos en todos aquellos trabajos que son realizados por obligación económica, por una situación de vulnerabilidad económica y social, en la cuál muchas mujeres se ven obligadas a aceptar lo que no desean hacer, para sobrevivir. Hablamos por tanto de un "Autosometimiento"de situaciones desesperadas, por cuestiones económicas que son también imprescindibles para la integridad física.  Esa es la razón, por la cuál, la perspectiva abolicionista considera a las personas en situación de prostitución "Víctimas". Víctimas de un sistema económico que las condena a la precariedad, y que supone una violencia económica que es agravada en el caso de las mujeres por el sistema patriarcal, pues como sabemos, las mujeres tienen muchas más dificultades en el mercado laboral y una menor proporción de propiedades y privilegios económicos de forma estructural en nuestra sociedad.  
Este análisis que también tiene que ver con el lugar social de las mujeres trasmitido culturalmente proviene del feminismo, en el que la mujer ha sido culturalmente concebida e interpelada para servir, agradar, someterse, gustar, al hombre. Y que históricamente arrastra mayores dificultades para su independencia económica. De hecho, se nos sigue socializando en gran medida para buscar el amor, un matrimonio, y se potencia en nosotras valores de servidumbre, en el que se trasmite que lo importante es recibir la aceptación de los hombres, la validación de otros, no de una misma, teniendo un efecto en nuestros  proyectos de vida y en cómo se nos concibe y enmarca socialmente a todas las mujeres. A todas. 

    El polo de este discurso dañino que pretende hacer pasar la prostitución como empoderante y feminista, proviene de la premisa falsa de que las mujeres son las que desean ser prostituidas. Y dónde se asimila voluntariedad, a deseo.  Desplazando las razones reales por las cuáles existe la prostitución.  Para convencer de esto, se utilizan a mujeres que defienden abiertamente que quieren ser prostitutas. Aunque sean pocas, esto consigue un efecto de validación de este discurso sobre este problema. En el que el foco se pone a propósito en la cuestión de la libertad de las mujeres en su derecho a someterse por dinero. Con la libertad empatizamos todas. Y de hecho, la perspectiva abolicionista NO PROHÍBE,  a ninguna mujer NI PENALIZA, que venda su cuerpo. Sino que cómo considera que esta venta, es en realidad una consecuencia de su vulnerabilidad económica, y que son víctimas; son sujetos a proteger y ayudar a salir de esa situación, sin prohibirles ni obligarles a nada, ya que a la única persona que en realidad están haciendo daño, es a sí mismas. Y no ayudaría en nada penalizarlas, ni mucho menos las ayuda a ellas a estar mejor y salir de ese horror en el que se encuentran.

   Ahora bien ¿Qué hay de los que compran? ¿Son víctimas también? ¿Y los que se lucran de la explotación sexual de otras personas?  Y aquí nos encontramos con otro de los artificios discursivos del lobby proxeneta para hacer coincidir a la izquierda y al movimiento feminista con sus intereses, y enmascarando su lucha con supuestas reivindicaciones para las mujeres en situación de prostitución : Un trabajo cualquiera, la reivindicación de derechos laborales.

2ºEstrategia del discurso prostituyente  falaz : Derechos laborales


    En primer lugar, es completamente falso, que las personas autónomas en situación de prostitución no puedan cotizar a la seguridad social. Pueden a través del régimen de autónomos en el que pueden inventarse cualquier actividad y pagar las cuotas. Lo que no existe son derechos laborales en un régimen de asalariadas, pues en este caso la única posibilidad de empleadores está penada: El proxenetismo.  El proxeneta se lucra de la violencia sexual ejercida contra las prostituidas, y se lleva un dineral a su costa. Esto se considera violencia, y delito. Y proporcionar un marco legal de empleo para la prostitución significaría  blanquear la situación de estos criminales, y convertirlos en empresarios.

     El elemento novedoso que introduce la perspectiva abolicionista, que se opone a considerar la prostitución como un trabajo, es que si bien a las mujeres en situación de prostitución no se les puede reprochar su comportamiento porque en realidad no hacen ningún mal a otras personas (sólo se hacen daño  a así mismas); al putero, que aprovecha la vulnerabilidad económica de mujeres, para obligarlas mediante coacción a mantener relaciones sexuales contra sus deseos, sí se le puede y debe reprochar este comportamiento por parte de la sociedad.  

    Se entiende que el sexo es un placer sólo cuando es deseado por los participantes mutuamente, y que cuando esto no sucede, en realidad estamos ante violencia sexual, y violación, por mucho que en este caso estas violaciones se realicen de manera consentida en un plano de voluntariedad no deseada.  Este es el motivo por el cuál, la perspectiva abolicionista que tiene su origen en el modelo sueco, que fue país pionero en aplicar esta perspectiva, sanciona a los puteros, no como violadores, pero sí como abusos sexuales económicos, que deben tener un rechazo social y un castigo, pues violan los derechos humanos de aquellas a quiénes compran y someten a su voluntad. Estas sanciones son de carácter económico, y pretenden disuadir de cometer abusos sexuales basados en la asimetría de poder. 
     No es una solución que impida, pero sí es al menos un reproche que manda un mensaje contundente de que no está bien abusar de tu condición económica, para acceder sexualmente a un cuerpo que no te desea  y que de otro modo no consentiría esas relaciones sexuales.Sin embargo, desde la otra perspectiva, la regulacionista que pretende que la prostitución sea convertida en un trabajo y empleo, o mercado laboral, estas personas pasan a ser "clientes respetables" cuando en el fondo están cometiendo violaciones sexuales consentidas mediante pago.¿Podemos seguir pensando que esto va de los derechos de las personas prostituidas?

     Pero la vuelta de tuerca de este discurso dañino sobre "Trabajo sexual", va todavía más lejos y argumenta que es un trabajo y que esto les quita el sustento. ¿Qué hace que pueda ser asimilable a trabajo? Lo único que lo asimila a un empleo, es una asimetría de poder, el dinero. A todos los demás efectos la actividad sexual, no tiene nada que ver con el trabajo. Y en ninguna otra situación humana consideramos el sexo como trabajo. Es entonces, cuando  los argumentos han ido moviéndose a comparar otras situaciones abusivas del mercado capitalista, y se apropian incluso del discurso de alienación marxista, para darle a la violencia prostituyente la categoría de trabajo.

     Conviene aquí señalar que empleo y trabajo no son la misma cosa, y que el discurso marxista lo que denuncia es que el trabajo, que es una actividad social necesaria para toda la comunidad, esté sometido a una brutal desigualdad de poder tanto en su modo de organización como en su distribución social de la riqueza que genera.  Pero no olvidemos que el marxismo lo que hace es una denuncia de cómo se organiza el esfuerzo colectivo, de un modo que esclaviza a las personas, para liberarlas y conseguir formas más libres de existencia, en las que jamás sería abolido el trabajo, sino precisamente las formas en que el capital se produce desde el sometimiento de la clase trabajadora al capital. Utilizar este discurso para validar una violencia que profundiza en la esclavitud de los sujetos, y que está legalmente limitada hoy, para en lugar de poner límites o bozales a la bestia,  eliminar la protección que existe en la ley como dique de contención al poder económico y machista, es exactamente todo lo contrario del fin perseguido por el análisis comunista o marxista hacia la liberación de la situación de esclavitud y alienación. Es utilizar el discurso de liberación para caminar hacia el esclavismo. Es asombroso, que una parte de la sociedad que se considera progresista y de izquierdas y hasta anticapitalista en este caso, reme hacia el objetivo contrario en el que lo hace con las demás luchas y además use el discurso por la libertad, para expandir una mayor apropiación de cada persona por parte del mercado y en especial de las mujeres.


Reflexiones sobre la sofisticación del discurso y los chivos expiatorios


   Lamentablemente, este no es el único problema social, ni la única realidad histórica en la que a través de un discurso se desplaza la causa de la victimización de un colectivo, y a los culpables de esa victimización.  A lo largo de la historia y todavía hoy, a menudo el poder señala a colectivos como chivos expiatorios, y desplaza así la mirada sobre las auténticas causas de los problemas. Ocurre con los inmigrantes, ocurrió con las brujas, ha ocurrido con la izquierda, con el feminismo, con los judíos, los árabes..  En este caso, reconvierten el problema de violencia sexual material que es ejercida por puteros y proxenetas y tratantes, en estigma social que es ejercida por las feministas abolicionistas. Cómo si el mayor problema de las personas en prostitución son las personas que luchan contra el problema y no los que ejercen violencia directa contra ellas. ¿Cómo pueden los revolucionarios pasar de defender la vida y la libertad de negarse al sometimiento, a defender que el sometimiento avance hacia terrenos que no están plenamente conquistados? 


    Claro que el estigma social y sexual sobre las mujeres existe. Sobre el conjunto de las mujeres. En el que se ha intentado controlar nuestro cuerpo, nuestro placer y nuestra reproducción. Peroni somos las feministas abolicionistas quiénes provocamos ese estigma, ni vencer ese estigma pasa por defender que se nos explote sexualmente , porque eso no es defender nuestro placer, es seguir defendiendo el placer que le importa al patriarcado, el placer de los hombres, y nuestra cosificación más absoluta de juguetes a su servicio.  Algo contra lo que ha luchado y es la raíz del movimiento feminista, y que sin embargo, hoy es presentado como "moralismo" "Puritanismo"  en una versión interesada de hacer prevalecer ese status quo pratiarcal que el feminismo sigue desafiando, pues el feminismo nos quiere, libres, e iguales, con poder sobre nosotras mismas, y no sumisas ni esclavas de nadie. 

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