31 de mayo de 2019

Capitalismo y democracia 25/03/2017

La democracia no puede ser la negación del poder popular








Democracia no es decidir quién manda. Es decidir entre todos para que nadie lo haga y todas podamos influir, convencer, construir.
Del mismo modo que la libertad no es la posibilidad de esclavizarte y perder la libertad, democracia no es elegir no poder participar. Ese es el límite que veo más claro para separar lo que es democrático de lo que no lo es. Y en ese espectro cabe hablar de muchas cuestiones que reducen las posibilidades de una participación democrática en igualdad de condiciones,  de un reparto del poder real. 
Tanto cuestiones formales de estructuras políticas organizativas como de cuestiones materiales que de facto reducen las posibilidades reales de participación en igualdad de condiciones. Ahí entrarían todo tipo de desigualdades de poder económico, poder mediático, poder simbólico, cultural.. etc. Algunas causas son formales, otras de tiempo, otras de información, otras de dinero. Pero todas aquellas circunstancias que en la sociedad agrandan las desigualdades de las personas respecto al poder constructor de su propia sociedad son obstáculos a la democracia.

Los obstáculos de tipo económico a la democracia: El capitalismo es un orden social jerárquico, que proporciona un contexto en el que se desarrollan los demás sistemas de ordenamiento político

El problema económico es político. La economía no está desconectada del problema democrático, todo lo contrario. Son dos polos del mismo problema. La ausencia de organización democrática no es una casualidad, es la consecuencia de un sistema organizativo del Poder a través de la esfera económica. 
Hay policía, leyes y cárceles, pero el mayor control sobre nuestra vidas y por tanto nuestro comportamiento, tiene una naturaleza económica. El mundo está construido con un fuerte control conductista a través del dinero. Los otros dispositivos son adicionales, secundarios. Y todo está configurado en términos de obediencia al sistema.
Desde mi punto de vista lo más problemático del sistema capitalista es su tendencia a reproducir los problemas que genera, porque principalmente instaura un sistema de poder a través de unas reglas de partida injustas además de irracionales. 
Es decir, no es sólo un mero sistema de reparto económico que genera tantísimo sufrimiento, sino que sobre todo es un modo de organizar la sociedad a través de una jerarquía irracional, al propio sistema.
 El motor de decisiones políticas es así estructurado a través de mecanismos desiguales, no democráticos, en cuyo fin está la lucha de poder a través de ese marco económico, monetario, de bienes materiales, finanzas etc. A través del cual somete, ordenando el mundo en torno a la lucha económica. Repartiendo poder en base a criterios irracionales.
 Es decir, el capitalismo impide el desarrollo político avanzado de la sociedad para someterla a su funcionamiento, incluso aunque coexistan sistemas reguladores al mismo tiempo que funcionen con otras lógicas. (Como la ley, el derecho). 
Genera el contexto más real sobre el cuál se construye lo demás, cuando debiera ser justo al revés. Nos atrasa como civilización. Nos deshumaniza. Nos convierte en bestias. Nos somete a su juego competitivo. Y del que no se puede escapar. Traslada digamos la política entendida como poder, reglas, libertad, conjunto de decisiones que debieran ser acordados socialmente, a un ámbito que está por encima de ese acuerdo. 
Saca el propio funcionamiento de reparto de poder del ámbito de las decisiones, de las decisiones que debemos tomar quiénes convivimos en esta sociedad. Crea un juego de la vida distinto y paralelo a los demás "juegos de gestión de la vida", a los cuales somete. Como si fuera un terreno material natural en lugar de una invención:

El capitalismo como un modo de ordenar de manera jerárquica la producción y la distribución

No es el sistema capitalista el que te da acceso a bienes. Es el trabajo de otras personas del mundo y el tuyo el que te permite vivir bien, acceder a bienes. Disponer de tiempo es algo que te permite un nivel económico, que tampoco es el sistema capitalista quién lo procura.Lo único que hace el sistema capitalista a falta de una alternativa es promover orden. Un orden malo, pero un orden. 
Es un modo de gestionar la sociedad. Pero no es el mejor modo de hacerlo. Es un modo injusto, desigual, precario. No es un modo democrático. Es un modo jerárquico. 
Un modo que necesita someter al resto. Tapa el problema del poder. Con el propio poder. Sustituye la jerarquía personal por la jerarquía económica que también acaba siendo personal. Sustituye la justicia por el "tonto el último " la competición perpetua. Es así como mina las relaciones sociales. 
Tapa la gran pregunta, las grandes decisiones, el desarrollo de un sistema siempre imperfecto e inacabado que busca la justicia y el bien común. 
Es una propuesta de gestión de la sociedad basada en competir. Basada en la lucha. No basada en un diseño pensado para mejorar. Pero además tampoco es una competición sana en la que se compite en calidad. Sino que la competición está mediada por otras variables que son las que acaban importando:
 
Cómo vender algo. Cómo crear la necesidad. Incluso llegando al extremo de potenciar guerras sólo para vender la maquinaria que se necesita. O preferir no curar sino paliar una enfermedad porque así la necesidad persiste y por tanto puedo generar poder (dinero) en base a esa necesidad. 
Es realmente perverso. El funcionamiento de la sociedad que deberíamos estar construyendo ya se posterga así, y ralentiza su llegada. Cuesta incluso pensar en alternativas. No aprendemos a funcionar sin esa lógica de poder. 

Porque hasta para destruir este sistema de Poder, es necesario el poder dentro del mismo sistema. 

Negarse a mandar es pienso la única manera de conseguir que el poder que se construya en alternativa a este sistema de poder no nos devore y absorba haciendo parte del mismo juego. 
Pero esto no ocurre de forma inmediata ni en el aire. Vivimos en un espacio tiempo. El sistema no se deconstruye en un momento. Se necesita deconstruir y construir al mismo tiempo. Y eso es tremendamente difícil, pero no imposible. Deconstruir la manera en que con este sistema se desarrolla la vida, y al mismo tiempo construir la alternativa. Y a la vez luchar contra las resistencias de la propia sociedad y de los que se benefician del mismo, al cambio.
Hoy también tenemos cartillas de racionamiento: Se llaman salarios. Las diferencias en cuanto a libertad son gestionadas de diferente forma. Pero es un racionamiento igual. El tema no es racionamiento sí o no, sino de qué manera se programa el mismo. En ese sentido el lado positivo del dinero es que permite tener un sistema que cuantifica una cuota de acceso a bienes y servicios de lo producido por la sociedad. 
Ninguno de los dos sistemas que se contraponen históricamente me parecen los idóneos. Ni el dinero tal y como funciona en el sistema capitalista con sus múltiples injusticias, ni el racionamiento dirigido hasta el punto de aniquilar la posibilidad de elección de las personas sin tener en cuenta la diversidad de necesidades y gustos etc. 
Estoy hablando de la cuestión de la distribución de lo producido y la cuota de acceso que siempre habrá una cuota necesaria para aquellos recursos que no son inagotables. 

Pero hay un problema con la producción también, y cómo se decide esa producción en el sistema capitalista

Cuánta es necesaria, y cómo se gestiona la inversión a realizar de producción. 
En realidad nada de esto tiene que ver con el dinero si nos abstraemos del sistema económico que rige la sociedad. Sino con la gestión del conocimiento, el trabajo y el tiempo. Las prioridades, los límites de la naturaleza, las realizaciones personales etc. 

El dinero: Cómo ordena el reparto de bienes pero tampoco es democrático per se:
El dinero tiene una parte buena de cuantificación de la que quizás no haya que prescindir de forma absoluta. Siempre y cuando se modifiquen otros parámetros de funcionamiento del mismo sistema. Al fin y al cabo el dinero no es más que un invento convencional humano. Un invento político. Una ficción que genera realidad. Y tan reales consecuencias. Pero que no deja de ser un invento que tiene legitimidad por tener un respaldo político social. De toda una arquitectura legal, una costumbre y praxis profundamente instalada en el corazón del funcionamiento económico. Con cuantificación, me refiero  a que ordena, aunque sea de manera injusta, las capacidades de acceso a bienes, de poder, de gasto. La cantidad a través de la cuál se reparte una especie de cuota de posibilidades económicas, que van desde el nivel de vida, hasta el poder político en más altas esferas.
Es decir, lo que habría que acabar es con el poder que otorgamos al dinero, no con el dinero mismo. Y con las posibilidades de gestionar ese recurso ficticio. Que no sirve más que cómo un medio de cuantificar acceso a trabajos que necesitamos intercambiar. Un modo de medir. Los demás usos sobran.
Hay muchos problemas sociales derivados de la insatisfacción con este modo de vida. Necesitamos sistemas que tengan lo mejor del conocimiento y la libertad.
Pero que no seamos las comunidades las que tomamos las decisiones sobre qué se produce, cómo, y cuánto, no significa que esas decisiones no estén siendo planificadas por personas con diferente criterios para ello. 
La principal diferencia entre la planificación consciente, desde un Estado democrático, o la planificación proveniente de otros actores privados, es el motor que motiva esas decisiones, y la capacidad diferente de los actores sociales de tomar parte en esas decisiones que rigen nuestra vida. 


Democratizar es también decidir sobre economía, pero ¿Cómo decidir colectivamente?

La idea de democratizar la sociedad contemporánea debería ir por decidir colectivamente todas esas cuestiones pero no tiene porqué ser decidir todos y cada uno de los detalles porque eso también sería un sin sentido. Ahora bien, sí podrían separarse estas producciones y su gestión de lo que es el reparto de sus frutos. Es decir la distribución de la riqueza. En cierto modo eso es lo que se empezó a hacer en Cuba en su momento. Desligar precios de costes y beneficios empresariales. Pero claro, a una escala en la que el contexto internacional funciona en otra lógica y siendo una isla muy pequeña, que no cuenta con todos los recursos del planeta. 
Conectar los avances democráticos con la distribución económica y la producción es el reto fundamental. Pero también las leyes y sistemas que rigen estas nuevas formas de producir, distribuir, organizar, gestionar la vida en sociedad para generar un verdadero sistema democrático, y por tanto al servicio de una buena vida para todas las personas y que tenga en cuenta los criterios ambientales, de salud, de en definitiva, las necesidades humanas. 



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