4 de octubre de 2018

Candidatura constituyente 17/09/2015


¿Por qué es importante la realización de una candidatura unitaria? 

¿De qué estamos hablando y qué ventajas tiene además del intento de ganar las elecciones? 

 En primer lugar aclarar que al menos yo, cuando hablo de una candidatura unitaria estoy proponiendo que sea con un sistema participativo similar al inicial de Podemos o a las candidaturas de Unidad popular, con la intención de que promueva la confluencia más allá de los resultados electorales que sea capaz de intervenir en el imaginario colectivo trazando caminos para prefigurar un proceso constituyente. 


 Yo no tengo “la respuesta” pero sí una respuesta. Como mucha otra gente pienso que se prefigura otra forma de hacer política que sirve también de argumento demostrado en torno a la batalla por un sistema político más participativo en el que la ciudadanía amplíe el campo de la toma de decisiones más allá de elegir partidos configurados ya en programa y candidatos en los que al pueblo le queda un margen de decisión muy limitado. Por no hablar además, de un escrutinio que también condiciona esas elecciones realizadas por la gente. Elecciones que operan en un contexto altamente condicionado por los relatos y discursos que llegan a la ciudadanía a través de medios generalmente propiedad de actores en absoluto neutrales con unos intereses políticos determinados, que tratan de retroalimentar su posición de privilegio para precisamente mantenerla.

 En ese sentido Podemos, ya ha dado pasos en la batalla cultural respecto a este problema, como poner la frontera en la desigualdad social, y generalizando la demanda de primarias en los partidos políticos, algo que a algunas personas , a pesar de que permite bastante más capacidad de decisión, ya que puedes elegir candidatos libremente como dispongas en listas abiertas, nos resulta insuficiente, pero que en comparación con otros partidos es un avance considerable. 


 Este inicio ya está batallando por otra forma de hacer política, y otro sistema, aunque siga siendo insuficiente, libra una batalla cultural en cuanto al funcionamiento de la democracia interna de los partidos políticos. De modo, que hay diferentes grados de reflexión también respecto a esta problemática, de la participación política que va más allá del sufragio universal, como también existen distintos grados respecto a todo lo que tiene que ver con nuestra vida en común. 

 La propia configuración de lo social, nos plantea unas condiciones para actuar en ella que contiene en sí mismas resistencias al cambio de la misma. Simplemente desde el hecho de que se puede y se da la paradoja de que quiénes más necesitados se encuentran de un cambio en las estructuras de su forma de vida menos capacitados se encuentran por sus condiciones materiales (tiempo, salarios, trabajo, poder, información, cultura) de poder transformarlas, es decir, más dificultades tienen, menos capacidad de maniobra, y no es casualidad: Una de ellas es la reflexión al respecto, que puede tener diversos motivos, entre ellos el tiempo disponible, el nivel de cultura o estudios desde el que se parte o la implicación e interés por el mismo. 

Cuando hablo de la reflexión me refiero a la atención necesaria que requieren determinados problemas para llegar a conclusiones, al nivel de conocimiento, a la capacidad de interpretar lo que está sucediendo, que aunque no exista una única manera de interpretar, si existen hechos comunes que a menudo también son ocultados mediante ruido tratando de invisibilizarse (por ejemplo el conocimiento sobre la constitución o el derecho en su conjunto).

 Con esta realidad, (la del diferente grado de interpretación según el conocimiento de la realidad) juegan los actores que tratan de influenciar nuestra forma de pensar, así tenemos que los grandes medios de comunicación militan políticamente, y en muchos casos sin que estén sujetos a controles suficientes de credibilidad o veracidad, que prevenga la extensión de falsos rumores o generen “verdades incuestionables” a base de repetir mentiras. (Hemos asistido este año de forma continua a acusaciones de hechos que aparecían en portada cuyas rectificaciones se realizaban en una esquinita sin insistir en dicha rectificación con la misma intensidad). 

 Como además no tenemos la capacidad, el tiempo, ni las ganas, de estar verificando continuamente (al menos individualmente, sí hay colectivos que se organizan para ello) pues funciona aquello de “difama que algo queda”. Si a esto le unimos el diferente grado de interés de estar informados de la población y la dificultad o mejor dicho imposibilidad de saber de todo, podemos afirmar que las disputas políticas se generan en un clima de desigualdad gigantesca, a pesar de que se mantiene una cierta compostura que evite ver con claridad que esto se esté produciendo en nuestras narices. 

 Otra de las dificultades se encuentran en la propia disponibilidad de tiempo, dinero, en definitiva recursos necesarios para poner en marcha contrapesos, iniciativas políticas, desde las condiciones precarias en las que se encuentra la mayor parte de la gente que se ve perjudicada por este estatus quo de lo político, económico y social. Es decir, el esfuerzo extra que supone partir desde condiciones de subalternidad, de subordinación, de inferioridad de fuerzas de recursos, de tiempo, de energías etc. Conviene recordar que mientras más pobre se es, o más precario trabaja, no se trata de una etiqueta que colocamos para denunciar la injusticia sino que efectivamente hablamos de peor calidad de vida, de mayor esclavitud respecto a sus decisiones vitales, de menos acceso a bienes, alimentación, vivienda, a todo lo necesario para vivir pero también lo que nos integra en un sistema, y se oferte fundamentalmente desde el mercado, lo que no se puede uno permitir, es porque no puede literalmente. 

 En lugar de esto, desde podemos por ejemplo se ha repetido que tienen las ganas, que es cierto pero que también flaquean porque las personas son limitadas por sus condiciones físicas y emocionales también y no son máquinas. Bien, para no enrollarme con esto y sabiendo que existen muchas otras problemáticas, y aterrizando un poco en la pregunta que me hacía al iniciar este escrito, lo que intento decir es que ese combate de explicar la realidad no sólo a través de palabras sino también a través de realidades es el que por ejemplo en el 15M nos hace darnos cuenta de que no éramos tan minoritarios como el sistema una y otra vez nos repetía, tratando de que nos sintiéramos reflejados dentro de sus explicaciones interesadas de la realidad. Y lo que hizo posible darnos cuenta de ello, fue que nos unimos, en la calle, en las plazas, en la red, en todas partes y empezamos una comunicación sin muros de identidad que nos alejaran impidiéndonos ver lo que nos unía y nos oprimía. Y esto se vio porque hubo una práctica real, porque era demasiado visible como para que pudieran hacer como que no existía. 

Porque se ocuparon centros (Sol) que imposibilitan no contarlo. Además de esto, empezamos a contarnos la realidad, también con el desarrollo y auge de las redes sociales que si bien pueden ser un arma de doble filo, nos ha posibilitado que además de receptores de información nos hayamos convertido en emisores, en autores, en protagonistas. Esta realidad ha hecho posible que palpáramos como reales hipótesis que tan sólo intuíamos que sucedían, siendo conscientes de que lo que se contaba y lo que se vivía o nos contaba alguien o mostraba a través de la red, o en la calle no coincidía, siendo dos versiones que pelean entre sí, no sólo en el hecho sino en la interpretación del mismo. 

 Lo que intento defender con esto, es que la disputa electoral es muy importante pero igual de importante o más, es que se siga profundizando en esta batalla práctica y discursiva por la democracia auténtica en la que la ciudadanía es protagonista del cambio político a través de su propio hacer organizado. Y es así, puesto que supone en sí misma uno de sus mejores argumentos para convencer de ella, de que es posible y necesaria, siendo capaces de romper las etiquetas que traten de imponernos desde los medios de comunicación que tratan de absorbernos en su marco interpretativo, yendo un paso más allá para profundizar esa brecha abierta y que independientemente del resultado suponga una victoria cultural-política. 

Si la gente se organiza en torno a demandas comunes demandas democráticas en su contenido y forma, frente al modelo jerarquía- bancocracia, y somos capaces de hacer visible el origen de los problemas y plantear una alternativa a un modelo en el que todas las decisiones políticas son tomadas bajo el embudo de las necesidades de la supervivencia del sistema capitalista en lugar de las necesidades de la vida de las personas, estaremos ganando y abriendo la ventana independientemente del resultado electoral.

 Por tanto si conseguimos hacer, una candidatura de construcción colectiva, con metodología participativa, se les estará disputando con la realidad, ese terreno de lo posible, y no existirían razones para insistir en este sistema político, en el que se nos permite oficialmente mucho menos participación teniendo muchos más recursos disponibles. No hay nada perdido aún, al contrario, la gente está ganando terreno a este sistema, está desenmascarando esta pantomima, está visibilizando los problemas, estamos haciéndonos cada día más conscientes de la injusticia y de la posibilidad de que la sociedad funcione de otra manera de una forma más justa en el que todas podamos vivir con dignidad, en el que los poderes públicos estén a nuestro servicio y órdenes para garantizar las mejores condiciones de convivencia entre seres humanos y mejores niveles de vida teniendo como parámetro la felicidad y no el PIB (que aumenta también ante catástrofes y desgracias no diferenciando la productividad positiva de la que es consecuencia de un empeoramiento). 

 Si conseguimos poner en marcha esa candidatura con objetivos y programa social en el que nos identifiquemos una mayoría, con método participativo que prefigure un necesario proceso constituyente, un proceso que nos permita replantearnos las bases de nuestra convivencia, las bases del funcionamiento político y legal, discutirlo públicamente y decidir entre todas o al menos articular los mecanismos en torno a los cuales podamos ir decidiendo sobre los aspectos centrales. Eso nos permite ir vislumbrando caminos del CÓMO cambiar el pacto social de tal manera que sea más democrático. 

 ¿Un proceso constituyente por qué y para qué? Para dotarnos de unas normas de convivencia cuyo marco sea la democracia y por lo tanto tienda a fomentar y ampliar los derechos sociales, económicos, y políticos de las personas cuyo objetivo sea la emancipación humana, el respeto y cuidado del entorno que nos da la vida, la salud, y la felicidad.

  Una organización de lo común que se piense a si misma como un proceso de mejora continua en la persecución de un bien vivir de todas las personas, en el que se aborden los problemas con una perspectiva de conjunto compatibilizando lo individual y lo colectivo con la naturaleza y la vida.

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