4 de octubre de 2018

Podemos, debates sobre táctica y estrategia, discurso, liderazgo y democracia interna. 5/02/2017


Nadie predice el futuro: La estrategia y los objetivos


En primer lugar quería decir que ninguna estrategia que se lleve a cabo es infalible. Nadie tiene la máquina de la verdad para saber qué es lo mejor, lo que gana y lo que no gana, y por eso tenemos esos debates. Lo segundo es que si bien tener estrategia es fundamental para conseguir objetivos políticos, creo que se comete un error cuando la estrategia se come objetivos políticos, o como bien decía ayer Teresa, performa. Esto lo decía el Che, en la revolución cubana también muy preocupado por ello, aunque en una coyuntura diferente y sobre un tema distinto, (La cuestión económica). Él decía que la repartición sin la moral revolucionaria no le interesaba. Y se refería a la construcción de sujetos por parte de la estructura social. En este sentido lo que estratégicamente se hace y coincidiendo con Tere, transforma el sentido de las personas, configura sujetos, y performa la realidad. Y puede performarse en un sentido que para nuestros objetivos políticos sea indeseable. Es decir, hacer política es querer performar la realidad, y transformarla en un sentido y valores también, que pueden verse dañados cuando las estrategias van en otra dirección centradas en objetivos tácticos a corto plazo.

Transversalidad y radicalidad: Nuestra misión 


 Ahora bien ¿Está reñida la transversalidad con la radicalidad de las propuestas? Yo pienso que no. Que la batalla política es convertir las propuestas radicales en propuestas que sean percibidas como sentido común. Y no hacer del sentido común instalado el techo sobre el cual deben realizarse las propuestas. Serán transversales aquellas propuestas que logren convencer lo suficiente en esa batalla política por el sentido común. Respecto al debate sobre moderación y amabilidad, creo sin embargo que de lo que se trata no es de moderar las propuestas sino ser didácticos, pedagógicos y amables cuando tratamos de luchar por ellas. Y en ese sentido sí veo positivo tener en cuenta no dejar que te coloquen o estigmaticen con etiquetas que buscan desconectar un proyecto democrático y desvincularlo de la base social, de la sociedad española. Y aquí a veces es complicado manejar qué, y cómo se lucha contra esto.

Amabilidad y falsedad: Comunicación política


Pero coincido en que se debe tener en cuenta y tratar de buscar la alianza y complicidad mediante formas amables, explicativas, pedagógicas, que nos desvinculen de todo aquello que trata de demonizarnos. Y sin la necesidad de mentir ni dejar de defender las propuestas se puede elaborando el discurso de manera que apele al bien común que existe verdaderamente detrás de las propuestas tratando de llegar a una base amplia de la sociedad a la que debemos y podemos convencer. Y si eso, supone cuidar aspectos comunicativos, y pensar estratégicamente las actuaciones que se llevan a cabo, no significa renunciar, sino priorizar, explicar, demostrar coherencia, ser auténticos en un sentido político y no en un sentido exclusivamente personal. Es decir, no se trata de ser coherente con tu forma de ser, sino ser coherente con lo que buscas hacer y realizar en tu proyecto político. Sin complejos pero sin agresividad, con firmeza y seguridad. Y a esto me refiero porque sí es cierto que en ocasiones la percepción que se puede crear por parte de los adversarios, o por parte de nosotr@s mism@s si no se cuidan estas cuestiones, pueden resultar contraproducentes para conseguir los objetivos, de modo que a veces hay que priorizar una batalla sobre otra, en el sentido de buscar el fin político de lo que se busca conquistar. Y no me refiero a “ganar” ganar queremos todas. Me refiero más al mensaje que queremos trasladar y que no sea tergiversado por las formas, que no nos hagamos trampas a nosotras mismas.

La importancia de la democracia y el convencimiento


 ¿Cuál debe ser el tope de la radicalidad de las propuestas que se llevan finalmente a un programa ? Aquí es dónde yo creo que lo organizativo y democrático toma importancia relevante para que la conciencia social vaya aparejada de forma veraz a lo que la sociedad va a apoyar. Considero que lo organizativo es político, y es importantísimo que la sociedad perciba que las reglas del juego son democráticas, y se fomente un debate político y politizado sobre lo que queremos como sociedad. Y qué mejor manera que que las decisiones estén en sus manos. Pero no sólo por una cuestión de ética, que también, sino por varias cuestiones:

1. Si se percibe como una herramienta eficaz en el que las decisiones son tomadas de forma colectiva y se favorece un debate político potente, aunque tus posiciones no sean las que finalmente salgan, el método vincula como herramienta de poder conseguirlas, y no castra las posibilidades de extender el horizonte emancipatorio.

 2. Si los debates que se tienen son políticos y las formas de recoger son justas y corrigen los defectos propios de sistemas caducos, en los que no se decide sino por adhesión a grupos, y en lugar de eso ponemos el énfasis en las cuestiones programáticas políticas, separándolas de quién las proponga, y sus posibilidades de gustar, estaremos creando conciencia, espíritu crítico y pedagogía al mismo tiempo que visualizamos mejor los topes de aquellas propuestas en las que hay que seguir trabajando, y no se pervierten las decisiones tomadas a causa del método que excluye la sensación de relevancia de la propia participación tanto en el voto como en la labor de lucha ideológica a través de los debates, y la posibilidad de convencer.

 3. La participación en este sentido se vuelve creciente, participativa, incontrolable, y rica. No así si se establecen marcos de lealtades o gustos personales que dan la sensación de no pintar en nada. Esto no elimina la posibilidad de luchar por tu propuesta incluso aprovechando desigualdades existentes e inevitables de la sociedad en la que vivimos. Pero al menos corrige los efectos más perniciosos y contribuye a una extensión de la politización social. Y no a una opinología rosa de la política que no tiene nada de deseable, aunque pueda coexistir naturalmente. Esto me lleva a hablar de la cuestión del liderazgo y lo interesante del mismo.

Liderazgos democráticos  vs manipulación de masas

 Lo interesante del liderazgo es que no necesita ser legitimado. Liderar en lo político yo lo concibo como Íñigo se refiere a ser clase dirigente, es decir, ganar en las mentes de la sociedad, pero yo no me refiero a ganar como personas creíbles tanto como a ganar en las propuestas políticas o ideas que defiendes. Es decir, los liderazgos por su capacidad de seducción tienen más posibilidades de convencer que otros que no cuenten con ello, pero sin embargo esto no debería ser utilizado para ganar posiciones de forma más o menos tramposa o seguidista, sino que es perfectamente compatible y se sigue teniendo una gran ventaja siendo líder para influir políticamente sin que ellos signifique una cuestión de confianza a la totalidad de lo propuesto o una competición personalista. Si los debates y las decisiones se dan en contextos democráticos formales que corrigen efectos de este tipo o vicios de los sistemas como la utilidad de voto etc. Esto sólo puede repercutir positivamente en el pensamiento social y colectivo y su politización y sentido crítico. Y sólo con esto ya se está ganando mucho terreno. Pero es que además eso posibilita mucho más el entuasiasmo por convencer y el mejoramiento de las propias estrategias para hacerlo casi de forma natural, en una continua adaptación a través de la escucha del debate y el aprendizaje.


El problema de la agenda setting y los medios de comunicación 

¿Qué hacemos con los medios de comunicación? Yo pienso que usarlos, pero sin dejar que nos impongan su agenda, tratar de imponerla nosotras. Y sus marcos. ¿Debe dejar de debatirse en público? Yo pienso que no, que nada les dejará más en evidencia que tener respuestas coherentes a las cosas que vayan pasando normalizando la cultura democrática. Y que restringirse es peor porque siempre van a tener más capacidad mientras menos involucrada y consciente esté la sociedad de lo que ocurre. Mantener un discurso unificado es complicado en una organización de diferentes sensibilidades, y quizás esto a corto plazo sea complicado de trasladar pero por eso a mí me parece súper importante que quede cristalino que las decisiones son colectivas, y que las diferencias forman parte sustancial y deseable de un proyecto de cambio, en el que lo que adhiere más que el resultado es el método que también lleva a resultados ampliamente aceptados si se consigue perfeccionar de tal manera que los debates y las decisiones tengan un espacio tiempo adecuado tanto como insertos en coyuntura. Por ejemplo en periodo electoral y una vez tomadas decisiones sería el momento de defender el proyecto elegido incluso si no todas las cosas están de acuerdo, y se podría decir, mis posiciones son otras pero no han ganado, para que no fuese percibido como una jaula de grillos, pero al mismo tiempo se permita hacer política diversa y plural dentro y fuera de la organización. (Que es lo realmente interesante)

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