10 de julio de 2021

El estigma de Puta

Copiada del Blog de Julio Correa Diaz



El estigma de Puta lo tienen todas las mujeres, pues tiene que ver más con el sexo y la promiscuidad que con la prostitución. Luchar contra ello implica luchar por la libertad sexual y el placer de las mujeres, no por su esclavitud y sometimiento.

La mujer prostituida es fundamentalmente una mujer sometida por ser pobre. Su pobreza es la que la hace vulnerable, y el eslabón débil en la relación de prostitución. Lo que ellas obtienen de la relación es el dinero, a cambio de su consentimiento sexual. El placer que se busca satisfacer en esa relación no es el de la mujer sino el del comprador. No estamos hablando de una mujer liberada que decide practicar sexo con muchos hombres con los que disfruta cuando ella quiere, y como ella quiere y a los que ella elige, con los cuales se divierte. 

Algo que también conllevaría un estigma por ser mujer sexualmente liberada y contra el cuál sin duda hay que luchar. Pero no estamos hablando de eso. Aquí la beneficiada de la relación sexual no es la mujer. Aquí la mujer, sí es la víctima, la pobre, la que no pone las condiciones, la que no elige cómo, cuando y con quién, la que no importa si siente placer o no, y a la que no va enfocada la relación sexual para satisfacer a ella. Aquí, ella es el objeto, el producto, el juguete, el placer, de otro, y su contraprestación es el dinero. Y obviamente el problema de que haya mujeres pobres es mucho más grave y más complejo que el de erradicar la prostitución, pues tiene que ver con un sistema económico en si conjunto. Y por supuesto se debe luchar para conseguir un modelo económico que ofrezca mejores oportunidades para todas las personas. 

Pero el problema de la prostitución, no es exclusivamente la pobreza. Ni tampoco es el estigma, es la propia violencia en sí misma que hay en el hecho de prostituirse.  Violencia porque follar con alguien al que no deseas convierte algo agradable ( follar) en algo desagradable. Por eso se habla de "violación pagada". Porque aunque no es una violación propiamente dicha, pues no es una relación forzando la voluntad que se opone, sí es una relación coactiva en la que la voluntad se doblega a través del pago. Por supuesto, esto ocurre también con el trabajo asalariado, pero el trabajo no es una actividad placentera per se, ni es traumática como una relación sexual no deseada. Si el sexo fuera como el trabajo, no tendría sentido que le dieramos tanta importancia a una violación, y se la damos porque no estamos hablando de una actividad cualquiera.  En la prostitución hay un problema estructural no solo de pobreza por parte de las mujeres, también hay un trasfondo machista estructural, del comportamiento masculino, y del ejercicio de su poder sobre las mujeres. Es el fenómeno más claro de desigualdad. Ellos están estructuralmente mejor económicamente y solo una minoría muy minoritaria de ellos se prostituye y en su mayoría con otros hombres. Para ellos, por un módico precio se les ofertan gran cantidad de mujeres a las cuales no tienen la necesidad de satisfacer en ningún modo. Es un abuso de poder, y una violencia contra nosotras. Y no sólo afecta a las propias mujeres prostituidas, que por supuesto son las que se llevan la peor parte. Sino que a todas las mujeres nos afecta que los hombres puedan comprarnos. Pues de tanto tener precio dejan de darnos valor. Porque un producto es como una cosa. Porque no podemos ser iguales mientras ellos puedan tratarnos como objetos y usarnos como les parezca. Por eso, el abolicionismo, no prohíbe a ninguna mujer prostituirse. Penaliza a los hombres que compran mujeres. Como estrategia para que esta violencia machista desaparezca.De este modo además las mujeres están más protegidas de abusos extra, y también aquellas que están forzadas. Y para el argumento sobre cómo se ganan la vida las mujeres si se penaliza a los puteros, obviamente, buscando otras formas y exigiendo políticas públicas mejores en lugar de exigir que se legalice el abuso continuado de sus cuerpos.

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